Instrumentalizar el Liderazgo
Sin tenerlo planificado, en estos últimos
años he dedicado muchas horas al desarrollo de la capacidad de liderar de
mandos (“managers” en la jerga
habitual) y directivos. Digámosle coaching ejecutivo, programas de potenciación
del liderazgo, desarrollo directivo, desarrollo de competencias directivas o
similares nombres, el objetivo de todo ello es impulsar a un profesional que ya
ocupa una posición de dirección de personas y cierta responsabilidad, hacia una
mejora sustancial en su capacidad de conseguir mejores resultados e impacto con
personas.
De la práctica se aprende y he ido mejorando
mis acciones de desarrollo de directivos y mandos. Considero por ejemplo clave
iniciar con el autoconocimiento del profesional, por qué ello nos ayudará a
identificar sus áreas de mejora (normalmente competencias y estilos fuera de su
zona de confort) y nos marcará el rumbo hacia el modelo de liderazgo que mejor va
a potenciar sus puntos fuertes.
Creo que no hay “liderazgo” sino “liderazgos”,
hay que conocerse y no imitar. Durante estos años he leído bastante sobre el
tema, las reflexiones de Howard Gardner, Daniel Goleman, Richard Boyatzis o
recordar los ejes de la psicología humanista o el modelo de intervención de
Giorgio Nardone, me han ayudado a ir definiendo un modelo de intervención con el
profesional, flexible pero bien fundamentado.
El definir desde el inicio un plan de acción
claro, pragmático y consensuado es otro de los elementos que mejor me
funcionan, junto al compromiso a través del seguimiento del directivo que es
superior inmediato del participante en estos programas.
Creo ante todo que el liderazgo es una
elección de valores personales con la lógica integridad y coherencia qué
conlleva, pero me estoy dando cuenta que esta reflexión (demasiado utilizada)
no siempre está tan clara en los entornos empresariales. Una vez más, se pide
la “solución”, es decir, el “instrumento”, que pueda permitir al profesional una
mejora más o menos rápida en su capacidad de liderar. El exceso de pragmatismo nos hace perder la
esencia de lo que es “liderar”.
Hace poco un buen profesional me comentaba
que había leído un reciente artículo en que se inducía a la reflexión que el
entrenamiento en liderazgo es algo “maquiavélico”. En otra ocasión otro buen
profesional me comentaba que consideraba que no es más que la tendencia
empresarial actual para conseguir resultados.
Liderar es ser consecuente con unos valores
normalmente de respeto hacia los demás, de humildad y de búsqueda del consenso,
sin ello, por más técnicas que apliquemos, no avanzaremos y caeremos en el
engaño propio y en el querer engañar a los demás.
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