Liderazgo introvertido

Carl Jung al tratar los Tipos Psicológicos establece la conocida división entre extrovertidos e introvertidos. El Myers Briggs Type Indicator (MBTI) se construye sobre las teorías de Jung y  permite conocer a cualquier profesional cuáles son sus preferencias a la hora de actuar sobre cuatro dimensiones, una de ellas, yo diría que la principal, entre “introversión” y “extroversión”. La mejor forma de entender esta dimensión es a través de comprender el foco de energía en cada caso. Mientras que los extrovertidos optarán como preferencia hacia la acción y la relación con otros, los introvertidos preferirán la reflexión interior y el pensamiento frente a la acción. Mientras que los primeros optan por el proceso acción- reflexión, lo segundos lo invierten a través de la reflexión-acción. Dos formas opuestas de trabajar y de entender el liderazgo de equipos.

Hace algunos años que me acredité en el uso del MBTI a través del Instituto de Liderazgo. Lo he aplicado y lo estoy aplicando en diversas intervenciones, la principal en un proyecto para el desarrollo de 28 mandos intermedios con talento en una multinacional alemana del sector del automóvil. No me sorprende que la mayoría de los profesionales considerados con talento en esta compañía y en otras se caracterizan antes por la preferencia extroversión que por la de introversión. Es decir, las compañías parecen lideradas por extrovertidos antes que por introvertidos, hay diferencias culturales aunque en general esta tendencia se mantiene. Si nos paramos a reflexionar parece lógico, las empresas requieren líderes de acción, dispuestos a trabajar en equipo y a entusiasmar a sus equipos. Pero hace años que le voy dando vueltas a esta cuestión, veo que los líderes introvertidos ofrecen mayor reflexión estratégica, mejor autonomía a sus equipos y pueden ser más sensibles a las necesidades de sus equipos. Sobre esta reflexión me he encontrado algunos libros interesantes.

Susan Cain en “El poder de los introvertidos” aporta más claridad y debate de fondo sobre este tema. Propone que el modelo de la extroversión es el socialmente más aceptado y que algunas de las principales escuelas de negocios desarrollan a sus participantes a través de esto modelo de actuación. Yo también creo que es así y me atrevería a decir que nos estamos equivocando. Los propios modelos de competencias favorecen más a la extroversión que a la introversión. Sin dejar de lado las ventajas de los líderes más extrovertidos, creo que en un entorno empresarial que carece a menudo de pensamiento estratégico, de construcción compartida o de escucha activa (quizá por ser liderado por extrovertidos), los líderes introvertidos pueden aportar mucho a estas carencias. En cualquier caso como suele ocurrir, la combinación de ambos estilos en la empresa siempre será la mejor opción. La heterogeneidad siempre favorece el conflicto aunque también los mejores resultados. 

Cain también explica que cada modelo de liderazgo encaja mejor en un tipo de equipos; equipos menos maduros mejor para liderazgos extrovertidos, mientras que equipos maduros y comprometidos mejor para liderazgos introvertidos. Toda una reflexión que poco se aplica en las empresas.

Howard Gardner en “Mentes Líderes” aporta también reflexiones al respecto. En este caso diferencia entre el liderazgo directo y el liderazgo indirecto. El liderazgo indirecto se caracteriza por la capacidad de influir a través de la transmisión de sus pensamientos. 

Creo que el  "liderazgo introvertido" es un tema para reflexionar. Insistiré en que el liderazgo introvertido puede aportar mucho a nuestras empresas. Algunos directivos de clara orientación hacia la extroversión me han manifestado que intentan rodearse de colaboradores introvertidos por que les aportan la reflexión que ellos olvidan. Hay que generar espacio a esta forma de actuar, encaja con las necesidades de los nuevos modelos de empresas y con las expectativas de muchos colaboradores. Continuaré trabajando sobre este tema, hay muchas reflexiones detrás de todo ello y de calado, más allá de la simple valoración de las personas a través de las competencias sociales en las que parece que el que más habla es siempre el mejor.