Sobre Coaching


Algunos clientes y colegas de empresa me manifiestan el grandioso ejército de "coachs" que han aparecido en los últimos años ofreciendo sus servicios a las empresas. Algunos, tal como me manifestaban, con planteamientos de facilitar cambios de vida en directivos y "managers" de fuerte experiencia y madurez que  los observan con cierta lejanía y que después son fácilmente etiquetados con: "muestra resistencia al cambio".

A menudo me preguntan mi opinión al respecto y lo primero que digo es que el "coaching" en su perspectiva de "coaching ejecutivo" es una gran estrategia para el desarrollo de directivos y profesionales. Lo he experimentado y lo puedo afirmar. Desde hace unos cinco años me encuentro inmerso en distintos procesos de trabajo individual con directivos y mandos intermedios dentro de amplios proyectos o por intervenciones más individuales.

No obstante como muchos aspectos de un día a día algo superficial, el "coaching" no es nuevo. Puedo afirmar que he tenido mentores en mi preparación como profesional que me han manifestado que ya en los 90 se aplicaban este tipo de estrategias en algunas compañías, si nos vamos a intervenciones de tipo informal, no definidas, está claro que desde siempre hemos tenido "coachs" en el ámbito empresarial. Por otro lado siempre afirmo que el "coaching" genera cierto intrusismo profesional con el trabajo del psicólogo en las organizaciones y en ciertos casos con el consultor en Desarrollo de RRHH. Por más que quedamos separar el rol del psicólogo, del "coach" y/o del consultor, los límites son más que borrosos y en todos los casos se nutren de las ciencias y estrategias del comportamiento humano. 

Mi colega Pablo, consultor y profesor del IESE, es hábil pensador y me planteó si el coaching no es más un arte que una profesión, lo que genera aun más dificultad al asunto. No está regulado, acreditado por empresas y asociaciones privadas, pero como también me manifestaron no es ninguna profesión oficial. Todo ello genera un caldo de cultivo de confusión y a su vez de oportunidades que algunos saben aprovechar. A su vez, como siempre que se trabaja con personas, todo ello tiene mucho riesgo.

Dejando de lado una discusión que podría ser eterna creo que tenemos que actuar con humildad y ver cuando estamos delante de un profesional, lo que verdaderamente somos capaces de ofrecer y escucharle para ver como le podemos ayudar (si es que podemos) dejando de lado planteamientos oportunistas o deseos personales que en muchos casos no encajan con el proyecto profesional o hasta personal de quién tenemos delante.


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