Del recetario al ayudame a pensar

El sábado volvía de Madrid pensando en la diversidad de reacciones por parte de participantes en programas en los que he colaborado como profesor o consultor en el ámbito del Desarrollo de Competencias Directivas. Esa misma mañana había estado con un grupo en una última y segunda sesión en uno de los programas en los que recientemente participo de la Fundación ICIL. Gente de empresa y en empresas, a los que hay que agradecer el esfuerzo que ponen al estar sentados en el aula y con ganas de aprender y construir casi cada viernes tarde y sábado por la mañana.

Hay participantes cómodos e incómodos para el profesor, buenos o malos según borrosos criterios y entusiasmados o distantes ante los ámbitos de la gestión de las personas en las organizaciones. No obstante, hay un elemento que se repite. Los profesionales más jóvenes, no en edad sino en experiencia empresarial, suelen buscar el recetario en las clases. Manifiestan o esperan respuestas a  preguntas tales como: ¿qué tengo que hacer para motivar a mi equipo?, ¿cómo se aplica el liderazgo? o ¿cómo influyo ante otro mando intermedio?. Buscan la solución fácil, ágil y rápida, desde un pensamiento simple, lineal y poco estratégico. Suelen esperar respuestas universales a las que suelo responder con cierta ironía que el día que aparezcan, si aparecen, seré substituido rápidamente por un programa informático.

Los alumnos de mayor calado no van por allí. Suelen tener mayor experiencia profesional o simplemente buena capacidad de reflexión. No esperan respuestas mágicas a cuestiones complejas. Hablan desde lo global o a veces ante sus realidades específicas y piden no sólo al profesor sino al resto, que les ayuden a pensar ante una situación en que se encuentran. Tienen sus premisas y quieren constrastarlas. Saben que el "management" es algo complejo, no fácil y especialmente contingencial.

Carlos Sánchez Runde, profesor del IESE, tiene un artículo que trabajo en algunas clases titulado "Misión Imposible". Explica las características del conocimiento en Dirección de Personas, es decir, irreversible, sistémico, contingencial y hasta el momento, sin teorías definitivas. Mejor síntesis es imposible. 

Sin huir de un pragmatismo totalmente necesario y de ayudar a hacer cosas nuevas al día siguiente de la clase, creo que debemos ayudar a reflexionar. Desarrollar en competencias es ayudar a pensar y a trasladar nuevas formas de hacer y creo que no debemos caer en el planteamiento simple y de recetario que demasiadas veces se nos pide. 

Habrá que manejar muy bien las expectativas y no caer demasiado en el "gustar".














Comentarios

  1. Muy acertada tu descripción "Los profesionales más jóvenes, no en edad sino en experiencia empresarial" Ricard.
    En el ámbito de la gestión de personas (como en otros ámbitos) no hay blancos o negros, o verdaderos y falsos, hay matices y colores. Las soluciones tipo "horno microondas" no suelen ser las más acertadas cuando se habla de personas.

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