El síndrome de la rana hervida
Hace ya años y creo que leyendo uno de los libros de Peter Senge sobre "La quinta disciplina", leí el sindrome de la rana hervida. Explica que si echamos una rana dentro de un cazo hirviendo veremos que salta instintivamente fuera de él pero, si la metemos en un cazo de agua fría y vamos aumentando gradualmente la temperatura, no se dará cuenta de lo que ocurre hasta que sea demasiado tarde. Estos días leyendo a Goleman, Boyatzis y McKee en "El líder resonante crea más" vuelvo a leer la misma narración.
El síndrome de la rana hervida lo utilizo a veces en clases, es útil para entender la necesidad de los procesos de cambio. La gente pone atención a estas pequeñas metáforas y estoy seguro que la capacidad de retención es mucho más alta que si justifico la necesidad del cambio empresarial con cinco transparencias llenas de números, gráficos y ratios. Es un tema de estilos de aprendizaje.
El síndrome de la rana hervida lo observo cada día en nuestras empresas. No tan sólo por parte de compañías que se resisten al cambio, dificultando así su viabilidad cara el futuro, sino también por parte de trabajadores y/o profesionales que se encuentran en entornos empresariales que les acaban generando cierta inmovilidad y apatía laboral. Son profesionales que entraron con ilusión en proyectos empresariales que no se han cumplido o tan sólo parcialmente y que se encuentran en culturas donde la innovación o la aportación no está del todo permitida. Con el tiempo estos profesionales acaban aceptando está situación y llevan años ocupando puestos de trabajo en los que aportan escaso valor y en los que la queja es lo más destacable de su día a día. Se muestran pero incapaces de tomar una decisión de cambio, demasiado tiempo haciendo lo mismo y un sin fin de miedos más o menos ciertos lo dificultan.
Ya hablé de la proactividad, la noto a faltar en nuestras compañías y así es dificil salir adelante si todos esperamos que sea otro el que resuelva la situación.
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